
Con todos los jugadores del Real Valladolid vistiendo camisetas de manga larga en medio de un calor sofocante, Burguillo marcó a quemarropa en menos de un minuto. El problema vino por la banda izquierda, donde Marcos empezó a encontrarse con problemas ante Tato. Gail detectó pronto el agujero y decidió aplicar una solución sin remover el banquillo. El capitán Esteban cambió su posición de central con el lateral zurdo y el Juvenil pareció contener la hemorragia.
Sin prisas, el dominio del choque cayó del lado blanquivioleta. Ruba se mostraba incisivo por la banda derecha y obtuvo el premio del gol tras un pase de Omar. Pablo, el portero titular de los cacereños, ya había protagonizado algunas pifias pero ninguna tan monumental como la del 2-1: un centro horizontal de Ruba que no encontró más rematador que los guantes de trapo del propio guardameta.
El Real Valladolid Juvenil atravesó por fases oscuras en su búsqueda de la conjunción y en una de ellas llegó el empate a dos. Burguillo, siempre con el aguijón dispuesto, aprovechó una pérdida de Modino para igualar. El Diocesano cambió de portero en el descanso, pero Zubi logró batirle con gran calidad. El Diocesano se huracanó y Lois volvió locos a los defensas hasta el 3-3. El Juvenil se atascó en medio de la aceleración y quedó a merced del Diocesano. Solo las proverbiales paradas de Julio (una de ellas con el balón en la misma línea de gol, un tanto que Lois celebró en vano) mantuvieron el empate final.
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