Qué hacer para impedir que las grandes promesas de la cantera acaben en el Arsenal, Chelsea, City, United o cualquier otro club plagado de millones? Una pregunta bien sencilla y que, sin embargo, se ha convertido en una de las principales preocupaciones para Andoni Zubizarreta y su equipo. La dirección deportiva del Barça lleva años trabajando en la búsqueda de todo tipo de tretas legales que puedan frenar las embestidas de los grandes clubs de la Premier obsesionados con fichar a los principales valores del fútbol base.
Jurídicamente existe la posibilidad de retener a los canteranos a partir de los 16 años y solo es cuestión de redactar el pertinente contrato profesional que contemple las exigencias económicas que se pacten. Otra cuestión bien distinta afecta a los menores de esta edad. Ahí el blindaje perfecto se le escapa de las manos a los clubs y el peso del dinero decanta las voluntades de cualquier familia. Es el escenario idóneo para que los Arsène Wenger y compañía, entre otros, hagan acto de presencia.
Los responsables de la cantera del Barça lo han pasado mal con el cadete de la pasada temporada. La enorme calidad que atesoraba ese equipo hizo que multitud de futbolistas y agentes recibieran generosas propuestas para cambiar la Ciutat Esportiva por las academias del Arsenal, Chelsea y United. El Barça se ha tenido que emplear a fondo, rascarse el bolsillo más de lo esperado y aplicar todo tipo de soluciones imaginativas para evitar fugas masivas. Y aún así, no se ha salido con la suya. Toral y Bellerín ya se entrenan bajo la supervisión directa de Wenger, la principal pesadilla del fútbol base culé.
La legislación es complicada ¿los contratos profesionales solo entran en vigor a partir de los 16 años- y los servicios jurídicos del Barça trabajan en una línea concreta: es imposible evitar que los `tiburones ingleses¿ se dirijan a los padres de los jugadores y sus asesores con propuestas económicas superiores a los 400.000 euros anuales. Ante tal avalancha, la dirección deportiva batalla por incluir diferentes cláusulas capaces de dificultar la salida del jugador.
Ahí sí que existe recorrido. Las comparaciones casi siempre son odiosas pero en este caso escuecen de verdad. La oferta económica azulgrana para hacer frente al poderío de la libra difícilmente supera los 15.000 euros por temporada.
Desde hace meses, el Barça ha retocado ligeramente los modelos contractuales a los jugadores en edad cadete. El objetivo está claro: los cracks no se pueden escapar y para ello es necesario atarlos en corto. A partir de ahora, los técnicos establecerán un primer filtro para destacar aquellos futbolistas que sobresalen. El club hará un esfuerzo y los tres tramos económicos existentes en la actualidad se superarán en casos puntuales. Ya ha sucedido recientemente con Samper y algún que otro jugador. Habrá más de dinero y se recurrirá a la colaboración de Nike para compensar los desequilibrios económicos respecto al fútbol inglés.
Pero aún hay más. En la actualidad el Barça ya incluye anexos que contemplan contratos privados de carácter laboral en los procesos negociadores. Se trata de unos documentos que recogen compromisos adicionales ¿cuestiones económicas, facilidades en los estudios y residencia, entre otras compensaciones- y que permiten al club implantar el primer contrato profesional de forma unilateral. Una medida efectiva que deja parcialmente en fuera de juego al Arsenal y el resto de clubs de la Premier. No obstante, el documento facilita una vía escapatoria en forma de cláusula de rescisión tasada en tres millones de euros.
Fuentes de la dirección deportiva han confirmado que los servicios jurídicos escudriñan la normativa para instalar cuantas barreras sean factibles. En esta línea se espera la sentencia del Tribunal Supremo respecto al caso Baena. La ratificación de la condena de 3 millones por romper unilateralmente el contrato con el Barça sentaría un precedente único en el ámbito laboral.
Los clubs ingleses y la aparición de nuevos mecenas se contemplan como una amenaza de primer nivel para los futuros cracks. Se busca retener a los canteranos sin romper el modelo contractual o sacar la chequera para equiparar ofertas.
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